Implica dar lugar y voz al otro.
Espera paciente de su ritmo, ardua tarea que se inicia cada vez.
Se abre el espacio y se marca su tiempo. Tiempo que es del sujeto que acude trayendo un dolor y una ilusión.
Silencio que no es vacío sino espera, tan activa como delicada. Tan compleja como desafiante.
Dos humanos y una función, la de escuchar sin otro contenido que el del sujeto y su verdad.
El trabajo se abre a cada hora, se cierra cuando el paciente se va, para reiniciarse en el siguiente encuentro.
La escucha nos implica, así como estar cerca en la distancia adecuada.
Al continuar ampliando perspectivas, la escucha hacia mí misma, dentro del pacto analítico, es un trabajo continuo.
Sigo descubriendo que cada día tiene la sorpresa de un inicio.