La salud es una construcción, de manera que cada uno de nosotros podemos trabajar en un mayor conocimiento y transformación de nosotros mismos.

En ese sentido hoy les propongo reflexionar sobre el miedo a la soledad.

Si bien estamos rodeados de personas, y tenemos la oportunidad de vincularnos tanto en nuestro grupo familiar como social; la sensación, el sentimiento y el temor a la soledad es conocido por todos nosotros.

Atravesamos momentos más difíciles, la empresa de la vida tiene esos eventos. 

Lo cierto es que la forma de atravesarlos es buscar al otro, generar la cercanía, el diálogo y el pedido.


Somos parte de colectivos desde el inicio de nuestra vida, entonces el punto puede estar más centrado en nuestros modos de relacionarnos y en la importancia de valorarlos.

En el hábito de la pregunta y el ejercicio de buscar las rutas que nos lleven al otro.

Aprender a estar entre otros, también representa aprender a pedir, y a su vez ese verbo, implica reconocer las cualidades y el aporte que los otros nos pueden brindar.

De modo que la soledad es un sentimiento, no un estado ni un castigo.

¿Nos detenemos a dialogar con nosotros mismos?

¿Buscamos nuevas formas de relacionarnos?

Por otra parte estar solos, no es sinónimo de soledad.

Los invito a repasar la idea de que estar en pareja es sinónimo de estar acompañado, y no estar en pareja es sinónimo de soledad.

¿Qué opinan?

El mundo social puede ser de la amplitud que vayamos cultivando, la familia y la pareja, son parte de dicho mundo. Pero el mundo es más amplio, y podemos enriquecernos al abrir nuestras fronteras, y ampliar nuestras relaciones.