«TODOS LOS HUMANOS DEBEN LLORAR, NO?”
Esto lo dijo Renata, de 6 años.
Un planteo habitual que nos hacemos los adultos, es cómo acompañar a los niños en la construcción de su pensamiento reflexivo y crítico. Nos ocupa como desafío cotidiano, llegar a sus procesos, motivarlos en cada etapa. Sembrar en sus hábitos, el diálogo y la confianza como principios.
El mundo infantil, habitado por imágenes y fantasías, en creciente integración y cuestionamiento, va siguiendo el proceso evolutivo. El ritmo es singular para cada uno. En nuestro día a día, cada experiencia es un camino posible para cultivar herramientas de salud con los niños. ¿A qué nos referimos? A que todo en el ser humano se aprende.
De modo que podemos acompañar a los niños en la construcción de habilidades que los enriquezcan afectiva y cognitivamente. Ser escuchado implica escuchar, y desde el inicio. El niño primero es receptor atento a la cadencia de la voz, a la caricia que se une a las palabras, a la mirada que continúa la sonrisa de quien le habla. A los cambios en el tono, a los juegos que incluyen el gesto, el lenguaje como música que lo envuelve en su cadencia. El placer del encuentro cala hondo, va estimulando al niño en general y al diálogo en particular. “Expectantes palabras,/ fabulosas en sí,/promesas de sentidos posibles”(1)
El desarrollo temprano de jugar hablando, de jugar con las palabras, va sumando en el ejercicio de nombrar el mundo que lo rodea, irá naturalizando la herramienta de la comunicación con su entorno, así como también la reflexión y la escucha hacia sí mismo. La vida duele, es compleja, implica renuncia, adaptación y despedidas. Cuidemos el encuentro cotidiano con nuestros niños, de modo que todo esfuerzo en construir, dentro de nuestra realidad, encuentros, juegos y caricias, nos permitirá a todos transitar los momentos de sensibilidad, tan humanos, tan nuestros.
Así vamos transitando nuestro singular armado, desde el encuentro con el Otro, al encuentro con nosotros mismos. Ingresan de nuestra mano a los hábitos, luego van tomando su ritmo y estilo. Cómo podrían detenerse a contemplar, hacer una pausa para leer, comentar algo del día, reflexionar, si nosotros no marcamos y cuidamos en el tiempo ese espacio único, que fluye de lo grupal a lo singular, de lo singular a lo grupal.? “Y tienen las palabras su verano,/ su invierno,/ y tiempos de entretierra/ y estaciones de olvido” (2)
Detenerse en el proceso y no apurar los resultados. Tengamos presente la herramienta del diálogo y del pensamiento reflexivo como el camino a la regulación y a la gestión personal de los propios recursos, así como también de la capacidad de espera y de elección. La prudencia, el uso conveniente del modo de decir cómo del modo de actuar. Todo se construye y se estimula, paso a paso y sin pausa.
Somos diferentes, dentro de nuestros puntos en común, aun perteneciendo a una misma familia, es una de las riquezas humanas para celebrar, la diferencia, la oportunidad de descubrir al otro, como a nosotros mismos, una y otra vez. Somos sujetos del lenguaje, cuando el niño accede a las palabras las quiere usar, no sólo para nombrar el mundo sino para apropiarse de él. A su modo, único e irrepetible, maravilla a preservar. Eso es lo importante de cultivar con los niños la postura activa, constante de ser quien colorea su vida, aprende y comparte con otros para crecer. No para acumular o para mostrar ,o que la época nos impone como único, valioso o condición de éxito o prosperidad. Acercarnos a estimular la progresiva capacidad de analizar elegir y renunciar, nos implica como adultos y nos exige mirar con los ojos del niño que fuimos, seguir integrando. Reciclando.
El crecimiento no se detiene porque ya nuestra edad nos ubica como adultos. Ser receptores a sus comentarios,así como también de nuestros pensamientos, reflexiones y cambios, nos dará a niños y adultos la confianza en continuar. Cuidemos el espacio, no marcar con nuestro ritmo. Ya que el modo y las características comunicacionales, nos darán elementos del estilo del Niño. Cada uno y su forma.
En este caso, estimular será recibir su descripción mostrando nuestro interés, esperando que termine, preguntando lo que no nos queda claro, siempre intentando cuidar nuestro propio apuro por organizar sus frases o completarlas. Progresivamente se hace autor espontáneo en la organización. Descubre sus posibilidades de elección. Iniciativa espontánea de comunicación que requiere cuidado y estimulación.
El Niño se va haciendo autor de su relato Creador de su vida. “Esa soltura con que salta, viva,/ la voz sobre otra voz, como un pie que saltara/ sobre las piedras lisas, a través de un arroyo.” (3)
-(1) La palabra, Ida Vitale.
-(2)Sequía, Ida Vitale.
-(3) Las palabras. poema de Circe Maia